SISMOS Y VOLCANES EN ARGENTINA

Áreas de riesgo sísmico

Los sismos son movimientos bruscos de la superficie que se producen en aquellas zonas donde se enfrentan dos placas; es decir, en áreas que son geológicamente inestables. Más precisamente, se producen cuando las presiones y tensiones entre placas superan la elasticidad de las rocas; entonces, se libera una gran energía que se propaga como ondas y que, al llegar a la superficie, provoca movimientos bruscos o sacudidas.

Debido a su origen, los terremotos son un peligro latente en el oeste del territorio argentino. La zona de mayor peligrosidad es la que abarca el sur de San Juan y el norte de Mendoza; allí, por ejemplo, se han registrado terremotos de gran intensidad, como los que afectaron a la ciudad de Caucete, en 1977, y a las de San Juan, en 1944, y Mendoza, en 1861. El resto de Cuyo y el Noroeste también son importantes zonas sísmicas, aunque con un grado de peligrosidad menor.

Las erupciones volcánicas se producen cuando la presión ejercida por los gases y el magma del interior de la corteza es muy alta y expulsa esos materiales a través de grietas o fisuras. Por eso, la mayoría de los volcanes se encuentran en el oeste del país, más precisamente en la Cordillera de los Andes, una zona de gran actividad geológica.

Entre los volcanes existentes, sólo unos pocos se encuentran en actividad; es el caso de los volcanes Peteroa, en la provincia de Mendoza, y Copahue, en la provincia de Neuquén. Sin embargo, en el sector chileno de la Cordillera de los Andes existen muchos más volcanes activos (se calcula que alrededor de 60 tienen esa condición) que, debido a la acción de los vientos del Pacífico, pueden hacer sentir sus efectos sobre el territorio argentino. Por ejemplo, en el año 1991, el volcán Hudson, situado en el sur de Chile, entró en erupción y emanó cenizas durante varias semanas, las cuales, llevadas por los fuertes vientos del oeste, cubrieron gran parte de los territorios de las provincias de Chubut y Santa Cruz, en la Argentina.